Pedro Miranda - www.vanitatis.com 05/08/2011
El vino a Madrid con un amigo, y tras el estreno de una de sus películas, se fue a cenar a un restaurante del Madrid más “castizo”. Allí se encontraba Hidalgo con un grupo de amigos, y le invitaron a la fiesta en casa de Javier. Los que están al tanto del “romance” recuerdan que Leo se fijó enseguida en Irene, y fue directo hacia ella. Los ojos de la chica le deslumbraron. No se separó de ese bellezón de mujer en toda la noche. Congeniaron inmediatamente. Al día siguiente, Di Caprio intercambió teléfonos con la Chamorro, y quedaron en llamarse más adelante.
Lo que había comenzado como una repentina amistad acabó convirtiéndose en una bonita historia sentimental. Lo curioso del caso es que Irene llegó un día a su casa y confesó con inocencia: “¿sabéis a quien he besado?: a Leonardo Di Caprio”. Y los suyos recibieron la noticia con una sonrisa llena de escepticismo, porque pensaban que les estaban gastando una broma.
La historia duró unos meses. Se veían muy de cuando en cuando, a escondidas, hasta que la distancia les separó definitivamente.
Luego, la que fuera gran amiga del desaparecido Antonio Flores, comenzó otro “amor furtivo” con un conocido hombre de la radio española. Es una mujer muy discreta, que no presume de sus conquistas, y que en los últimos tiempos ha estado prácticamente desaparecida. Pero en septiembre se meterá en un estudio de grabación con su hermana, Chelo, para trabajar en el que será su nuevo disco a dúo, una producción con temas de flamenco y de jazz. En enero, como muy tarde, estará en la calle.
Los íntimos aseguran que si Irene escribiera sus memorias nos íbamos a encontrar con muchas sorpresas. Con que contara lo que ocurrió en la fatídica cabaña del hijo de Lola Flores la noche de su muerte, ese libro ya merecería la pena.
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