Lara Fernández - www.vanitatis.com 28/07/2011
La Infanta Pilar (Agencias)
Este miércoles el pueblo llano desayunaba con la noticia de la separación del hijo pequeño de la duquesa de Badajoz, la infanta Pilar. Fernando Gómez-Acebo y Mónica Martín Luque, casados desde finales de 2004, ponían punto y final a su matrimonio “de mutuo acuerdo” y a golpe de exclusiva.
Los más avispados se han lanzado a calificar la sucesión de rupturas en la familia de la hermana del Rey como la maldición de los Gómez-Acebo, en un intento por acercar los desengaños amorosos a los de la realeza monegasca. Sólo hay que echar la vista atrás para comprobar cómo, en menos de dos años, tres de los cinco vástagos de doña Pilar cambiaban de estado civil y volvían a la soltería.
En mayo de 2009 Vanitatis adelantaba la ruptura de Beltrán Gómez-Acebo y la modelo Laura Ponte. Dos meses después, lo hacían la primogénita, Simoneta, y José Miguel Fernández Sastrón. La última pareja en sumarse al grupo es la formada por Fernando Gómez-Acebo y Mónica Martín Luque.
Bruno, el segundo hijo varón, es el que, de momento, ha tenido más suerte en lo que al terreno amoroso se refiere. Casado desde 2002 con Bárbara Cano, es padre de tres hijos, el último nacido este mismo año.
Los escándalos de Fernando Gómez-Acebo
La familia Gómez-Acebo siempre se ha caracterizado por su alegría, su naturalidad y su apego a los saraos y demás eventos de calado social, así como por ser la rama más mediática de la Primera Familia. En esto el pequeño del clan se lleva la palma.
En los últimos meses, Fernando Gómez-Acebo, quien se recupera actualmente de la afección pulmonar por la que fue ingresado a finales del mes pasado –a lo que se suma su reciente separación-, ha protagonizado sonados escándalos que han causado no pocos disgustos al Rey.
El último tuvo lugar la pasada primavera, cuando el hijo pequeño de la infanta Pilar y su entonces esposa colocaron en su vehículo un cartel en el que se leía Prioridad Oficial. Casa de Su Majestad el Rey, mientras ellos aprovechaban para irse de compras e incluso tomarse unas cañas por la Milla de Oro madrileña. Lejos de avergonzarse, Fernando Gómez-Acebo sacó la lengua a los periodistas allí congregados.
Esta actitud del sobrino del Rey causó una “gran incomodidad” en Zarzuela, desde donde calificaron el comportamiento, en declaraciones a Vanitatis, de “inaceptable”.
Pero en las hemerotecas aún colea aquel incidente que protagonizó Fernando Gómez-Acebo en el madrileño aeropuerto de Barajas. Entonces, el hijo de la infanta Pilar se negó a recoger las heces de su perro, un pastor alemán que había defecado en las instalaciones, exigiendo a los policías que le recriminaron su actitud que llamaran al servicio de limpieza, porque él no pensaba recogerlo. El sobrino del Rey, que no portaba la documentación del animal y no disponía de las bolsas de plástico pertinentes, añadió que “no tenían ni idea de quién era él”.
El primogénito rebelde
Mención aparte merece el mayor de la familia, Juan Gómez-Acebo, aún soltero y que en su día comenzó una relación con la hija del conocido empresario Javier de la Rosa. Calificado por muchos como el más rebelde, bohemio, artista y, en definitiva, vividor, ha protagonizado sonadas travesuras que compiten hoy en día con las de su hermano pequeño.
Una de las más comentadas del primogénito de Luis Gómez-Acebo y Pilar de Borbón hace referencia a su afición por hacer de paparazzi.No son pocas las ocasiones en las que se ha dejado ver haciendo guardia en los coches junto a alguno de sus amigos fotógrafos por la madrileña y exclusiva zona de La Moraleja.
Otro de los hobbies del clan Gómez-Acebo es el de dar al traste con la discreción de la que siempre ha hecho gala la Familia Real, provocando así malestar en la institución, ya fuera cuando Simoneta Gómez-Acebo posó para una revista vestida de gala frente al Palacio Real, o cuando el protagonista de la última ruptura matrimonial y su entonces mujer posaban en uno de los reportajes más sonados, por lo insólito de las imágenes –vistiéndose de cocinero, por poner un ejemplo-, en su mansión de las afueras de Madrid.
En este sentido, el papel de la matriarca del clan ha influido sobremanera en la actitud de la Casa Real. Conocidas son sus meteduras de pata en lo que a desvelar informaciones familiares se refiere. Además de hacer público, antes de tiempo, el romance entre la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín –lo que obligó a un precipitado comunicado por parte de Zarzuela-, la infanta Pilar fue la que anunció que su sobrina Elena había regresado de Nueva York embarazada, embarazo que finalmente no se llegó a producir porque la primogénita de don Juan Carlos sufrió un aborto.
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